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miércoles, 28 de julio de 2010

El estrés y los trastornos de ansiedad


Lic. Milagros Martínez
Especialista en Psicología Clínica y de la Salud.

Los términos de estrés y ansiedad muchas veces se utilizan como sinónimos, sin embargo, en el área de la investigación y en la práctica clínica son diferentes, aunque con ciertos solapamientos. El estrés es un fenómeno de activación fisiológica dependiente de la evaluación individual de aquellas situaciones consideradas exigentes de algún esfuerzo. Este proceso puede desencadenar una reacción de ansiedad, pero también otras reacciones emocionales como por ejemplo: alegría, cólera, tristeza, etc. El estrés a diferencia de la ansiedad, está más asociado con cansancio y agotamiento, por ejemplo, una persona puede estar cansada por exceso de trabajo, sin que esta sienta ansiedad. Una diferencia entre el estrés y la ansiedad es que la primera incluye diferentes tipos de situaciones importantes para el individuo (amenaza, peligro, daño, pérdida, etc.), mientras que la segunda solo incluye situaciones de peligro (derivadas de la interpretación del individuo).



Todos los organismos a lo largo de la existencia, han desarrollado “esquemas de acción psicofisiológicos para lograr la máxima eficiencia posible en la lucha por la supervivencia”. Asi entre la reacción propia del ser humano y el estrés, hasta sus manifestaciones más extremas, existe un proceso continuo. El estrés es un proceso que se va diferenciando a medida que en el individuo va resolviendo o no sus fuentes de amenaza o riesgo. Científicamente, ante situaciones de peligro real existe una respuesta de acción rápida o estrés de emergencia que puede darse sin el factor cognitivo, por ejemplo: las reacciones de una persona ante la posibilidad de la mordedura de un perro.
De no ser suficiente para la resolución del problema por ser requerido un enfoque a largo plazo se activa el esquema de mantenimiento o de reacciones semi rápida que es menos agudo pero sostenido. Ambos esquemas “terminan” exitosamente en Eustres que es cuando la persona comprende que ha obtenido una ganancia adaptativa mediante sus propios esquemas cognitivos, emotivos y conductuales que definen la resolución de la situación estimulante, por ejemplo: las respuestas satisfactorias de los sobrevivientes a desastres cuando son rescatados, la tranquilidad de la resignación de los enfermos terminales, el orgullo por haber ganado algo, etc.
Por otro lado cuando se comprende que hubo un fracaso adaptativo, y se mantiene o se agudiza el estrés de mantenimiento finalmente, surgirá el distres o estrés de agotamiento. El organismo fuerza la “quema” de recursos biológicos, psicológicos y sociales en un espiral negativo tipo bola de nieve con la aparición ansiedad, pánico, depresión, rabia y otros estados emocionales perturbados, acompañados de comportamientos desadaptativos y diversas reacciones secundarias (por ejemplo, la ansiedad por la hipertesión, o el consumo abusivo de sustancias, sean ansioliticos o sustancias prohibidas) de enfermedades psicosomáticas, agudización de la condición médica, dolor, etc.
El distrés prolongado, (aproximadamente más de dos años) se ha vinculado con la mayoría de enfermedades tales como: Asma, Enfermedad de Raynauld, Enfisema pulmonar, Ulcera, Limbragias, Colon Irritable, Dolor crónico, Colitis Ulcerosa, Dismenorrea, Hemorroides, Bruxismo, Epilepsia, Diabetes, Cáncer, Hipertensión arterial, Infartos y Derrames Cerebrales, Arritmia Cardiaca, Infartos Cardiacos, Migraña, Disfunciones Sexuales, Cefalea tensional, entre otros.

El estrés es por lo menos en una forma moderada un evento positivo e impulsador para las personas sin el cual ellas no podrían obtener emociones importantes mediante el trabajo, los retos, las relaciones interpersonales, etc. Asimismo, el estrés forma parte de un buen sistema de vida, implica crecimiento, retos, adquisición de habilidades tolerancia a la frustración, resistencia a la incomodidad, etc.
Por otro lado, la ansiedad es una respuesta de alarma ante un peligro potencial. Si una persona reacciona en algún momento con altos niveles de ansiedad ante una situación en la que otras personas no experimenten tanta ansiedad, podemos hablar entonces de una reacción de alta intensidad, o de una “reacción aguda de ansiedad en un nivel no demasiado alto”, que es “puntual y no extrema”. Esto no significa que sea un trastorno.
Llegaría a ser trastorno si esta forma de “reacción aguda es excesivamente intensa”, como en los ataques de pánico o crisis de ansiedad, o también cuando se forma esta reacción aguda como un hábito, es decir, si una “reacción de ansiedad de alta intensidad se vuelve crónica”, o se vuelve muy frecuente.
La reacción aguda de ansiedad no siempre es patológica, sino que puede ser muy adaptativa. Por ejemplo:
- Si la situación que lo causa necesita una fuerte reacción de alarma que prepare el organismo para la acción (por ejemplo, si la situación exige una gran concentración en una tarea para la que se requieren muchos recursos de la atención),
- Si se necesita una gran activación fisiológica (por ejemplo: que el cuerpo requiera tensar los músculos, necesite mayor oxígeno, etc.), dicha reacción de ansiedad ayudará a responder mejor ante esta situación.
La ansiedad es una emoción universal. No hay nadie que no haya experimentado algún grado mayor o menor de ansiedad. Más del 15% de la población en general llega a tener alguna vez a lo largo de su vida algún trastorno de ansiedad, que consiste en una serie de reacciones (a nivel cognitivo, fisiológico y motor) intensas, o frecuentes, o simplemente poco acordes al estimulo o situación en que se encuentra el individuo. Estas reacciones se convierten en trastornos en muchos casos, dificultando la vida normal de estas personas, o haciéndoles sentir experiencias muy desagradables en algunas situaciones.
Los trastornos de ansiedad son: Ansiedad generalizada, trastorno de pánico, agorafobia, fobia simple, fobia social, cuadro obsesivo compulsivo, estrés post traumático.
Hoy en día es fácil superar estos problemas, ya que dichos trastornos son bien conocidos y se pueden ser tratados empleando éxito con técnicas cognitivo-conductuales y/o farmacológicos. La aplicación de las técnicas cognitivo-conductuales ayuda a las personas a obtener competencias para manejar y cambiar la intensidad de su ansiedad.

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